segunda-feira, 21 de março de 2011

Artículo Lucia Santaella: El cuerpo biocibernético

A continuación un extracto del artículo "El Cuerpo Biocibernético" de Maria Lucia Santaella, para que puedan consultar para complementar la discusión de clase y hacer la tarea.


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La semiótica del cuerpo biocibernético

Lucia Santaella

lbraga@pucsp.br

(texto extraído del Libro Culturas e artes do pós-humano. Da cultura das mídias à cibercultura. De Lucia Santaella. São Paulo: Paulus, 2003, 3ª. Ed. 2007).


5- El sobredimensionamiento del cuerpo.

Aquello que viene siendo denominado era postbiológica no es un fenómeno aislado y desraizado. Por lo contrario, es fruto de un proceso evolutivo cuyo inicio remonta al advenimiento del neocortex y de su materia prima esencial: el lenguaje, la capacidad simbólica, los signos. En concordancia con esa idea, Merlin Donald (1991) en su Evolution of the modern mind, considera las extensiones de la capacidad simbólica como memoria exteriorizada. Así podemos inferir que las formas de escritura y de imágenes, seguidas por la hiperreproducción técnica de imágenes y sonidos y, consecuentemente, por las tecnologías telemáticas constituyen las etapas recién incorporadas a los ciclos evolutivos de la especie humana.

Aunque solo ahora se esté haciendo evidente, el nuevo estatuto del cuerpo, en su fusión con las tecnologías, en sus correlaciones biomaquinales, en su constitución híbrida de organismo cibernético, orgánico y protésico, es fruto de un largo y gradual proceso, ya iniciado cuando la especie humana ascendió a su posición bípeda, de un ser que gesticula y habla. Las primeras tecnologías sígnicas, de la comunicación y de la cultura fueron ya el habla y el gesto. No obstante toda su fachada de naturalidad, el habla ya es un tipo de sistema técnico, casi tan artificial como una computadora.

Aunque sea una comunión paradójica, que subsiste en el equilibro precario entre lo natural y lo artificial, desde el habla y el gesto, nunca hubo un hiato entre lo biológico y lo técnico. Por el contrario, a través de las técnicas que posibilitaron el crecimiento del cerebro fuera del cuerpo humano, la ecosfera fue haciéndose cada vez más inteligente, sígnica, cultural, semiosférica, lo que sin duda, ha resultado en un mal estar también creciente como ya fue magníficamente denunciado por Freud (Das Unbehagen in der Kultur).

¿Porqué el habla y el gesto son sentidos como naturales mientras que las otras técnicas son concebidas como artificiales, extrañas, irreconocibles? Por el simple hecho de que, no obstante sean técnicas, tanto el habla como el gesto aún están inseridos en el propio cuerpo, son aún partes integrantes del cuerpo. La extrañeza y las resistencias tuvieron inicio cuando las técnicas comenzaron a lanzarse para fuera del cuerpo como proyecciones de habilidades del cerebro, la memoria, por ejemplo, en la escritura, o proyecciones del gesto en el dibujo, como amplificación del sentido de la visión, o en los instrumentos musicales como amplificación del sentido de la audición. Cuanto más el universo sensorial se fue extendiendo y amplificando en tecnologías de producción de signos, mas el cerebro extrasomático fue objetivándose en la cultura. Cuanto más ligadas o próximas al cuerpo menos las técnicas son sentidas como extrañas a él. Cuanto más proyectadas del cuerpo, cuanto más dilatadas las capacidades sensoriales y cognitivas del cerebro, más las tecnologías son percibidas como extrañas, extranjeras, alienígenas, generando, inevitablemente, resistencias y temores que hoy culminan en las propaladas lamentaciones de que, por ejemplo, el ordenador deshumaniza el hombre.

Sean cuales sean, aparato fónico, instrumentos de dibujo, láminas, máquinas fotográficas, grabaciones sonoras, cine, video, holografía, ordenadores, redes telemáticas, se traducen todas por prótesis, siempre complejas, algunas más, otras menos, que no solo extienden y amplifican los cinco sentidos de nuestros cuerpos mas también, a través de esas extensiones, producen, reproducen y procesan signos que aumentan la memoria y la cognición de nuestros cerebros. Porque producen signos, esas prótesis son simbólicas y no solo adhieren al real de nuestro cuerpo de modo más o menos visible, como también se incorporan a nuestro imaginario tanto a nivel individual como de la especie.


Referencias

Donald, Merlin. The evolution of modern mind. Cambridge: Harvard University Press, 1991.

Santaella, Lucia. Cultura das mídias. São Paulo: Experimento, 1996, 4ª. Ed. 2006.



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Marcelo